jueves, 2 de febrero de 2017

Doña Perfecta


Llevaba toda mi vida intentando hacer las cosas lo mejor posible y ahora ha llegado un punto muerto que no sé qué es lo que hay que hacer…


He intentado ser la hija perfecta, aquella de la que mis padres estuvieran orgullosos y de la que pudieran presumir. Siempre he estudiado mucho y he sido una chica responsable. Tanto que….hasta los sábados y domingos pretendía ir al colegio; mientras mis padres aún seguían durmiendo… yo pretendía abrir la puerta de mi casa para ir a estudiar. ¡Qué tiempos aquellos…cuando aún no sabía lo que me esperaba!
Procuré ser culta, ir clases de inglés y de manualidades. Incluso de baile, pero descubrí que el baile no corría por mis venas, así que desistí. Asistía todos sábados a la iglesia, para aprender de la palabra de dios, de sus milagros.


He tratado de ser la hermana perfecta, ocupándome de mi hermano pequeño y cuidándole. Convirtiéndome en su confidente y encubriéndole de mis padres cuando iba creciendo. Anhelando ser lo que a ellos les parecía que debía de ser y preocupándome de lo que ellos pensaran de mí.
He pretendido ser la nieta que mis abuelos querían, de la que pudieran hablar orgullosos a sus amigos. Una chica responsable, educada y cariñosa. Además de atenta, cuidadosa y coqueta, pero no demasiado fiestera, lo preciso para tener una vida social.
Constantemente he cuidado mi dieta, aunque mi debilidad por lo dulce y lo salado siempre ha sido más fuerte que mi intención de mantenerme en forma. Aunque he de confesar que como buena andaluza siempre me ha encantado picotear entre horas. Y así… ¡imposible!


Incluso… ¡intenté ser deportista! Probé con el aerobox pero me cansé al poco tiempo y, el ciclismo siempre me ha gustado pero la velocidad no era lo mío yo era más bien atleta de resistencia…y después de las carreras me llevaba dos días con cansancio por eso decidí dejarlo. No me compensaba, siempre llegaba la última.


También quise saber ser una gran ama de casa, así que aprendí a cocinar, lavar la loza, limpiar, fregar, planchar y coser, para en un futuro ser auto-suficiente y llevar mi casa para delante.
Y he tratado de ser la amiga perfecta. Estar ahí las veinticuatro horas del día, siempre que lo han necesitado. Mantener el contacto con las que están lejos, y ver a menudo a las que tengo cerca.


Cuando tuve mi primer trabajo, esta ilusionada. Por ganar mi propio dinero, de ganarme el sueldo con mí trabajo, con mi inteligencia y perfección. Hasta llegar a tener a cargo un personal de trabajo, siempre rendí al máximo. Cada propuesta, meta que se lograba era un orgullo, para mí y mis padres. Cada años que pasaba mas  trabaja y estudiaba, era más perfeccionista, detallista. Me gusta ser la mejor, no llegar al ultimo , ni ser mediocre. 


Curiosamente, siempre he intentado pensar en los demás antes que en mí, y he seguido la ley de “no hagas lo que no te gustaría que te hicieran”, de la que he aprendido mucho.
Procuré ser lo que los demás querían que fuese, hasta me gané la fama de “doña perfecta” y entonces…no ha habido vuelta atrás. Siempre teniendo que cumplir con las expectativas y guardar las apariencias.
Pero… ¿Para qué sirve todo esto? ¿Es esto lo que quiero para lo que me queda de vida? A veces, me gustaría hacer cosas que no debería, comer todo lo que me apeteciera y, beber más aún. Me encantaría salir a bailar, cantar y gritar sin tener que pararme a pensar en “el qué dirán”. Me gustaría vestirme con algo extravagante y no tener que preocuparme en lo atrevido que es o de que me quiten la etiqueta de “la chica elegante”.
También deseaba de ser, de vez en cuando, la amiga responsable, la que cuida y se preocupa por las demás. La que si pasa algo va a poner la cabeza y solucionar los problemas. Me encantaría ser la que pueda perder la cabeza, la que se meta en algún lío por disfrutar de algo aunque me tengan que sacar de él.


A veces, los planes que debería hacer me aburren, la ropa que tendría que ponerme me da pereza y las historias que me cuentan no me importan nada. Siempre he pretendido ser con todas mis fuerzas y mi cordura para ser la niña y mujer que debía ser, una mujer de bandera.
Pero he dejado escapar muchas cosas por intentar contentar a los demás antes centrarme en mi vida, por vivir la vida que ellos querían que tuviera y la que se suponía que debía llevar.

Y…ya me he hartado de intentar ser la niña que todas las madres quieren para sus hijos, la que todas ponen de ejemplo. Me he cansado de lo que siempre he intentado ser. De intentar ser algo que no era con todas mis fuerzas y….ahora pienso si de verdad me merece la pena o, sería mejor tomarme las otras de otra forma. Relajarme y evadirme del mundo, ser yo misma y, empezar a vivir mi vida…

Ahí empecé a vivir mi propia vida, a los veintitantos me escribí a una famosa página de cita. Para buscar amigos, pareja, amantes, etc… No sabía bien que estaba haciendo, tenía miedo que me descubriera y supiera de mí en la sociedad. Al principio no coloque foto, ni llene el perfil. Pero los días siguientes veía que llegaba en mi bandeja de correo, solicitud. No sabía cómo usar la página, un día domingo. Empecé a estudiar cómo se usaba, coloque mi foto en privado, llene mi perfil. Empecé a tener contacto con hombre un poco mayor que yo. Acepte invitaciones para salir, conversar y tomar un café. 
Descubrir que ahí otro mundo, que no conocía. No al entorno que estaba viviendo, de ser la DONA PERFECTA, Si tenía miedo que supiera de mi vida, pero como siempre tuve buen gusto y elegí bien a mis propuestas. Ahí conocí a mi primer hombre, mi primer amor. Un hombre mayor culto, con inteligencia, con estatus, pero tenía un pero!!!! Era casado, como yo no buscaba compromiso. Solo quería ampliar mi vida social. Pero como toda mujer se enamora, le cree. 
Con el tiempo, empecé a salir con más hombres… a ver la vida diferente, descubrirme como mujer. 
A tener una doble vida, delante de los padres, de los amigos era una mujer éxito, en el mismo trabajo, una profesional ejemplar. Hasta que mi vida cambio drástica-mente.

Continuara…………………

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